Capítulo 2
Limitaciones del paradigma neoclásico y el tránsito hacia la economía de la complejidad


Raymundo Vite Cristóbal, UAM-X

Resumen

A raíz de las críticas a la medición y agregación del capital por parte de autores poskeynesianos de los años 1950s, los teóricos neoclásicos se escudaron en el equilibrio general walrasiano (EGW) para esconder su falta de coherencia interna y falta de realismo de sus presupuestos. En 1954, Arrow y Debreu “demuestran la existencia del equilibrio general competitivo”, desde entonces los fundamentalistas del mercado creyeron haber encontrado la solución de que las libres fuerzas de la oferta y la demanda garantizaban una posición de equilibrio y una asignación óptima de recursos, y hacían alarde de que habían encontrado el fundamento del libre mercado, y presumían haber elevado la economía a rango de ciencia. En realidad, su demostración de existencia acusa inconsistencias lógicas, además, de la falta de realismo y los muy malos resultados de su implementación en las economías no desarrolladas en las décadas de los ochenta y noventa. Así, ante las anomalías y resultados insatisfactorios por la aplicación de los preceptos del paradigma neoclásico, en el último cuarto del siglo XX, las metodologías y herramientas de los sistemas complejos se impregnan a la economía, y ha dado lugar a enfoques tales como la economía de la complejidad, misma que se ha ido consolidando a lo largo del último cuarto del siglo XXI. En este capítulo el objetivo es ilustrar grosso modo cómo ante las graves limitaciones del paradigma neoclásico surge la economía de la complejidad como perspectivas de una nueva economía. A vuelo de pájaro, dichas novedades no rompen con el objeto de estudio de la economía tradicional, se sigue atado a una visión de economía de mercado, lo que hace necesario reflexionar en una visión alterna con sentido social, se sugiere la noción de economía social como un sistema complejo en evolución.